Volví de comer, me acosté y me fije en los conectados. Una opinión que había olvidado, Juampi, mi mejor amigo.
Le hable con un hola cariñoso y nos contamos de nuestras vidas. El hecho de no ir al mismo colegio hacia que los tiempos apenas nos coincidan los fines de semana. Siempre atento, o yo siempre tan predecible, me pregunto si estaba realmente bien y antes de que yo pueda contestarle, me dijo:” no te gastes en decirme que estas perfecta porque no te voy a creer”. Me hizo reír, estábamos distanciados, pero el seguía siendo el mismo amigo que tuve siempre. Le conté del sueño, las opiniones de las chicas, y de mi tentación de hablarle.
Directo y sencillo, como el mismo me dijo:”caro, yo te voy a dar mi opinión, quieras o no.” Me alegraba leer eso, siguió: “o vas, le hablas, y ves que onda o voy yo le digo como estas sufriendo y lo re cago a piñas”. Volví a reír, el lo hacia parecer todo tan facil. Le explique sobre mi orgullo, se reía de mi, pero bueno, reírme con el era algo que por lo menos yo adoraba. Cambiamos de tema, y pasamos a estar horas y horas hablando de todo excluyendo el tema Gonzalo. Planeamos vernos al día siguiente, después de todo era viernes. El y sus amigos nos iban a pasar a buscar a mí y a las chicas a la salida del colegio y juntos íbamos caminando hasta el Mc Donalds. Ya tenia las escenas de celos de mis amigas en mi cabeza, quejándose de dejarlas “tiradas” al estar con Juampi, pero resulta que verlo tan poco, aumentaba mis ganas de pasar tiempo con el.
Alerta, paren con la emoción que seguro entendieron cualquier cosa. Juampi y yo somos como hermanos. Si, la erraron y hasta capaz se decepcionaron. No es que fuera feo, porque de hecho no lo es. Pero es una amistad tan fuerte, que me es imposible pensar en el como algo mas que un hermano. Volviendo a la realidad, ya era tarde y estaba muy cansada. Una noche más, antes de cerrar los ojos por completo, recordé el sueño rogué que no se repitiera por lo menos no esa noche.
Sonó el despertador, abri los ojos, seis y media de la mañana. Sonreí, no sabia si alguien había escuchado mi pedido, pero se ve que funciono porque no había ni registro de Gonzalo en mis sueños.
Me puse el uniforme, fui a desayunar, me subí al auto y me puse los auriculares. Me dieron ganas de cantar a todo volumen, mi felicidad había alcanzado su máximo nivel. Me dije: “definitivamente hoy va a ser un gran día”.
Llegue al colegio, y salude a cada una de mis amigas con un fuerte abrazo. Obviamente salto la pregunta de: “¿Por qué tanta felicidad?” “No se, nada.” Contestaba. Porque la verdad es que no lo sabía. Se ve que mi sonrisa hacia muy evidente mi estado de animo, porque hasta el kiosquero me pregunto por mi felicidad. Yo me reía, me divertía que la gente note mi felicidad, me encantaba estar así de feliz.
Toco el timbre, al fin. Nos sentamos en una especie de escalón a esperar a los chicos, pasaron diez minutos y yo ya estaba resoplando, Juampi solía ser muy puntual. Resople y mientras las chicas hablaban me puse a tararear. Sentí una mano en mi hombro, y lo vi mirándome con una margarita en la mano, antes de dejarlo hablar, prácticamente me tire encima de él. No lo solté hasta los cinco minutos, lo deje respirar y le pregunte para quien era la flor, mirando para otro lado, me dijo: “y no se, es para mi mejor amiga, ¿sabes donde esta?”. Lo mire dijo, y puso la margarita en mi mano, empezamos a caminar todos juntos al mc donalds. Como mis amigas esperaban, ellas y los amigos de Juampi iban mas adelante a un paso rápido mientras el y yo íbamos mas atrás hablando y riéndonos a carcajadas.
Faltaba una cuadra, cuando le reclame un vaso de coca por hacerme caminar tanto. Me reí sola, Juampi no me contestó y me pego un codazo. No entendí, hasta que mire hacia delante y entre en estado de shock. Gonzalo y sus amigos a la vista (y 20 metros ). Me empezar a temblar las manos, trate de calmarme rápidamente. Ya estaban a cinco pasos, cuando cruzamos miradas y el asintió sonriéndome. Pero, para mi sorpresa y gran decepción, al momento de pasar por al lado mió, no se molesto ni en saludarme. Al contrario, camino siguiendo para adelante como si yo no existiera.
Mi cara de tristeza debe haber llamado la atención, porque las chicas se dieron vuelta me miraron y Juampi, me abrazo bien fuerte. Llegamos, comimos pero nadie toco el tema. Me divertí, dejando de lado el hecho de que no pude sacarme la imagen de Gonzalo de mi cabeza en toda la tarde.
Cada uno se fue a su casa, y mi mejor amigo me acompaño hasta la mía como habíamos planeado. Fuimos a mi cuarto, ni bien se sentó en la silla me pregunto: ¿no pensas decir nada? Me tire en la cama, apoye mi cabeza sobre mi almohadón y se me callo una lagrima.
El simple hecho de ni siquiera entender como de una felicidad inmensa había pasado a estar llorando de esta manera, me hacia llorar mas. No entendía nada y eso me dolía, su indeferencia me dolía. Todo me dolía.
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