Federico se acerco a Graciela que estaba contra la otra ventanilla y le preguntó:
-Nosotros estábamos peleados ¿no?
Graciela afirmo con la cabeza.
-¿Y por que nos habíamos peleado?
-Ya no me acuerdo- dijo Graciela.
Federico le dio la mano.
Al rato se habían quedado dormidos, unos sobre otros. El papa miro por el espejito y movió la cabeza resignado.
"¿Separarlos?", pensó, "¿quien va a poder separarlos?".
No hay comentarios:
Publicar un comentario